“Dos
jueces y un destino
(Francisco
Muro de Iscar en “La Estrella Digital,” 21/03/2013 )
“Desde que Pedro Pacheco dijo hace
muchos años aquello de que "la justicia es un
cachondeo" no hay día en que no surja una
noticia, aparezca un juez, actúe un ministro o se conozca una sentencia que no
le dé la razón. No recuerdo si entonces le procesaron por tal atrevimiento,
pero tal vez hoy le darían la Cruz de San Raimundo de Peñafort. Parece como si la Justicia estuviera
al sur del sur del sentido común, no sólo por ese espectáculo
de juzgados ineficaces llenos de papeles desordenados, amarillentos, sino por
el empeño de algunos de sus protagonistas.
Desde
los tiempos de Garzón no se veía tan desmedido afán por la justicia
El ministro Gallardón, que ha tenido
la poco edificante eficacia de poner en su contra a todos los actores jurídicos
-abogados, jueces, notarios, fiscales, secretarios judiciales, registradores,
funcionarios, sin contar a los sindicatos, al resto de partidos del arco
político y a los consumidores y usuarios- también acaba de recibir las críticas
del Consejo General del Poder Judicial que ha puesto a bajar de un burro su proyecto de Ley de
Asistencia Jurídica Gratuita -tasas incluidas- al que achaca
errores de fondo y de forma realmente importantes. El problema de las reformas
de la Justicia -como las de la educación o la sanidad- es que algunos,
especialmente los del PP y los del PSOE, intentan
hacerlas siempre sin escuchar siquiera a los que bregan cada día en los
juzgados, en las
aulas o en los hospitales. Lo de negociarlas con los que saben ya es una utopía. Y así nos va a todos. No sé si es soberbia o desprecio, pero el coste lo pagamos todos: los que estudian, los que están enfermos y los que no tienen más remedio que ir a pleito, eso en el caso de que tangan dinero para pagar las tasas de Gallardón.
aulas o en los hospitales. Lo de negociarlas con los que saben ya es una utopía. Y así nos va a todos. No sé si es soberbia o desprecio, pero el coste lo pagamos todos: los que estudian, los que están enfermos y los que no tienen más remedio que ir a pleito, eso en el caso de que tangan dinero para pagar las tasas de Gallardón.
Esa soberbia o ese desprecio por el
sentido común y por la eficacia es lo que ha llevado a dos jueces relevantes
-Ruz y Gómez Bermúdez-, los dos conocedores de su oficio, de la trascendencia
de su decisión y del efecto mediático de la misma, a citar al mismo imputado,
un tal Bárcenas, para el mismo día y casi a la misma hora en dos juzgados
diferentes y por la misma causa. Da lo mismo que alguien, finalmente, haya
puesto las cosas en su sitio. El mal está hecho: una absoluta falta de respeto no ya
al imputado, sino a la Justicia. Desde los tiempos de Garzón no se veía tan desmedido afán por la
justicia.
Ese esperpento -sumado a otros
muchos- tampoco ayuda a que los ciudadanos mejoremos la mala idea que tenemos
de la Justicia. Menos mal que, frente a algunos jueces que tan poco hacen por
que tengamos una buena opinión de su trabajo, hay otros que están empeñados en
que sigamos creyendo en la Justicia. Que no es fácil, oigan, que no es fácil
cuando se leen algunas sentencias o se ven algunas conductas. No me hagan
hablar.”
…
Nada más lejos de nuestra intención
que entrar en polémicas en este blog, que deseamos e intentamos quede siempre
revestido de equilibrada moderación, ya
que en estos momentos de crisis, de tribulaciones, de necesidades y de
ansiedades, lo que menos necesita la institución de la Justicia en nuestro
país, es de contiendas y polémicas entre sus actores, en ocasiones
protagonistas, sobre quién es más que el otro.
Si dejamos aparte que el juez Gómez
Bermúdez irradia soberbia disfrazada de orgullito clasista, y que se cree el
eje del universo después de haber juzgado (tarde y mal) a los que aparecieron
como desgraciados protagonistas de aquella masacre del 11 de Marzo, habremos de convenir, aunque al tal
juez le irrite, que parece desea
emular a ese inaceptable jurista que pretende ser juez y parte, llamado Baltasar Garzón.
emular a ese inaceptable jurista que pretende ser juez y parte, llamado Baltasar Garzón.
A riesgo de que nuestro buen amigo y
colega, el ilustrísimo y docto académico y Abogado, don Francisco Baena
Bocanegra, pueda sentirse investido del derecho a defender a quien fue su
(condenado) cliente por causa de prevaricaciones conocidas y ocultas, aunque nos tememos que más por sus ambiciones rechazadas por sus colegas del Tribunal Supremo, no
podemos menos que sentirnos contritos y en muy buena medida avergonzados por la
vituperable actuación de ese “chulito” venido a menos que es el juez Gómez
Bermúdez, a quien ha derrotado en humildad, eficacia y sapiencia su colega en
la Audiencia Nacional, el juez Ruz.
Ahí es nada, el espectáculo de dos
jueces pugnando en secreto entre ellos, como si hubieran de repartirse una gallinita,
especialmente porque uno de ellos –el chulito— ya no sabe cómo destacar,
después de haber querido marcarse la fama de haber dirigido , a su manera, el
macrojuicio por los atentados terroristas del 11 de Mayo de 2.004, sobre el que aún flotan dudas de si estableció la verdad real o la verdad “judicial”, aunque, eso sí, sirvió para que su cónyuge publicara un libro de alabanza de las excelencias del presidente del tribunal. Y, como después, fue “degradado” de presidente de tribunal a juez “de a pie”…
macrojuicio por los atentados terroristas del 11 de Mayo de 2.004, sobre el que aún flotan dudas de si estableció la verdad real o la verdad “judicial”, aunque, eso sí, sirvió para que su cónyuge publicara un libro de alabanza de las excelencias del presidente del tribunal. Y, como después, fue “degradado” de presidente de tribunal a juez “de a pie”…
La verdad es que más lamentable
espectáculo no ha podido brindarse a la opinión pública, ante la que, cada vez
más, la judicatura aparece como intrigante, interesada y poco o nada objetiva.
Lo peor de todo es que mientras
se discute sobre “si son galgos o son podencos”, la Justicia sigue sin
administrarse, la lentitud campa por doquier y el ciudadano se siente
desamparado. Porque lo está…
Va a resultar que aquella
maldición de la gitana, de “pleitos tengan manque los ganes…” es una gran
verdad, porque estar en manos de los jueces puede equivaler a quedar en manos
de alguien que podrá ser justo o podrá ser interesado, o podrá ser un figura, o
podrá ser alguien que solamente desea satisfacer su “ego”.
He aquí la historia de estos dos
jueces y de un destino: Que uno de ellos se sienta importante…es la mayor propia
desgracia y una tara para la Justicia.
EL COLECTIVO DE JURISTAS DEL CENTRO
EUROPEO PRO ASESORAMIENTO Y NEGOCIOS, SCP