lunes, 25 de marzo de 2013

Cuando los jueces quieren ser estrellas… las togas se quedan sin puñetas…

“Dos jueces y un destino
(Francisco Muro de Iscar en “La Estrella Digital,” 21/03/2013 )

“Desde que Pedro Pacheco dijo hace muchos años aquello de que "la justicia es un cachondeo" no hay día en que no surja una noticia, aparezca un juez, actúe un ministro o se conozca una sentencia que no le dé la razón. No recuerdo si entonces le procesaron por tal atrevimiento, pero tal vez hoy le darían la Cruz de San Raimundo de Peñafort. Parece como si la Justicia estuviera al sur del sur del sentido común, no sólo por ese espectáculo de juzgados ineficaces llenos de papeles desordenados, amarillentos, sino por el empeño de algunos de sus protagonistas.

Desde los tiempos de Garzón no se veía tan desmedido afán por la justicia

El ministro Gallardón, que ha tenido la poco edificante eficacia de poner en su contra a todos los actores jurídicos -abogados, jueces, notarios, fiscales, secretarios judiciales, registradores, funcionarios, sin contar a los sindicatos, al resto de partidos del arco político y a los consumidores y usuarios- también acaba de recibir las críticas del Consejo General del Poder Judicial que ha puesto a bajar de un burro su proyecto de Ley de Asistencia Jurídica Gratuita -tasas incluidas- al que achaca errores de fondo y de forma realmente importantes. El problema de las reformas de la Justicia -como las de la educación o la sanidad- es que algunos, especialmente los del PP y los del PSOE, intentan hacerlas siempre sin escuchar siquiera a los que bregan cada día en los juzgados, en las
aulas o en los hospitales. Lo de negociarlas con los que saben ya es una utopía. Y así nos va a todos. No sé si es soberbia o desprecio, pero el coste lo pagamos todos: los que estudian, los que están enfermos y los que no tienen más remedio que ir a pleito, eso en el caso de que tangan dinero para pagar las tasas de Gallardón.

Esa soberbia o ese desprecio por el sentido común y por la eficacia es lo que ha llevado a dos jueces relevantes -Ruz y Gómez Bermúdez-, los dos conocedores de su oficio, de la trascendencia de su decisión y del efecto mediático de la misma, a citar al mismo imputado, un tal Bárcenas, para el mismo día y casi a la misma hora en dos juzgados diferentes y por la misma causa. Da lo mismo que alguien, finalmente, haya puesto las cosas en su sitio. El mal está hecho: una absoluta falta de respeto no ya al imputado, sino a la Justicia. Desde los tiempos de Garzón no se veía tan desmedido afán por la justicia.

Ese esperpento -sumado a otros muchos- tampoco ayuda a que los ciudadanos mejoremos la mala idea que tenemos de la Justicia. Menos mal que, frente a algunos jueces que tan poco hacen por que tengamos una buena opinión de su trabajo, hay otros que están empeñados en que sigamos creyendo en la Justicia. Que no es fácil, oigan, que no es fácil cuando se leen algunas sentencias o se ven algunas conductas. No me hagan hablar.”


Nada más lejos de nuestra intención que entrar en polémicas en este blog, que deseamos e intentamos quede siempre revestido de equilibrada moderación,  ya que en estos momentos de crisis, de tribulaciones, de necesidades y de ansiedades, lo que menos necesita la institución de la Justicia en nuestro país, es de contiendas y polémicas entre sus actores, en ocasiones protagonistas, sobre quién es más que el otro.

Si dejamos aparte que el juez Gómez Bermúdez irradia soberbia disfrazada de orgullito clasista, y que se cree el eje del universo después de haber juzgado (tarde y mal) a los que aparecieron como desgraciados protagonistas de aquella masacre del 11 de  Marzo, habremos de convenir, aunque al tal juez le irrite, que parece desea
emular a ese inaceptable jurista que pretende ser juez y parte, llamado Baltasar Garzón.

A riesgo de que nuestro buen amigo y colega, el ilustrísimo y docto académico y Abogado, don Francisco Baena Bocanegra, pueda sentirse investido del derecho a defender a quien fue su (condenado) cliente por causa de prevaricaciones conocidas y ocultas, aunque nos tememos que más por sus ambiciones rechazadas por sus colegas del Tribunal Supremo, no podemos menos que sentirnos contritos y en muy buena medida avergonzados por la vituperable actuación de ese “chulito” venido a menos que es el juez Gómez Bermúdez, a quien ha derrotado en humildad, eficacia y sapiencia su colega en la Audiencia Nacional, el juez Ruz.

Ahí es nada, el espectáculo de dos jueces pugnando en secreto entre ellos, como si hubieran de repartirse una gallinita, especialmente porque uno de ellos –el chulito— ya no sabe cómo destacar, después de haber querido marcarse la fama de haber dirigido , a su manera, el
macrojuicio por los atentados terroristas del 11 de Mayo de 2.004, sobre el que aún flotan dudas de si estableció la verdad real o la verdad “judicial”, aunque, eso sí, sirvió para que su cónyuge publicara un libro de alabanza de las excelencias del presidente del tribunal. Y, como después, fue “degradado” de presidente de tribunal a juez “de a pie”…

La verdad es que más lamentable espectáculo no ha podido brindarse a la opinión pública, ante la que, cada vez más, la judicatura aparece como intrigante, interesada y poco o nada objetiva.

Lo peor de todo es que mientras se discute sobre “si son galgos o son podencos”, la Justicia sigue sin administrarse, la lentitud campa por doquier y el ciudadano se siente desamparado. Porque lo está…

Va a resultar que aquella maldición de la gitana, de “pleitos tengan manque los ganes…” es una gran verdad, porque estar en manos de los jueces puede equivaler a quedar en manos de alguien que podrá ser justo o podrá ser interesado, o podrá ser un figura, o podrá ser alguien que solamente desea satisfacer su “ego”.

¡Y aún se dice que los Abogados son individualistas y buscan su
lucimiento!

He aquí la historia de estos dos jueces y de un destino: Que uno de ellos se sienta importante…es la mayor propia desgracia y una tara para la Justicia.

EL COLECTIVO DE JURISTAS DEL CENTRO EUROPEO PRO ASESORAMIENTO Y NEGOCIOS, SCP