viernes, 16 de noviembre de 2012

La nueva regulación de la entrega de posesión en las ejecuciones hipotecarias: “Mucho ruido y pocas nueces”.



“Mucho ruido y pocas nueces” (Much ado about nothing, en la versión original) es una obra teatral en forma de comedia romántica escrita por William Shakespeare.



Ya sabemos que las nueces al abrirlas hacen mucho ruido, pero ¿cuándo se usa este refrán?. Pues decimos “Mucho ruido y pocas nueces” para referirnos a hechos exagerados que logran objetivos mínimos. También se usa para las promesas que no se cumplen, la palabrería, un reproche a la falsedad o a la fanfarronería, a la apariencia”
(De Wikipedia y otras fuentes)
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DESAHUCIOS | Tras el real decreto aprobado por el Gobierno
Afectados por la hipoteca denuncian que habrá que competir 'en desgracias'
La portavoz de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), Ada Colau, ha denunciado este viernes que el real decreto aprobado por el Gobierno para frenar los desahucios de las personas más vulnerables pondrá "a la gente a competir para ver quién está más enfermo y quién es más desgraciado".
El real decreto del Ejecutivo central prevé crear un parque de viviendas sociales con un alquiler barato para personas desahuciadas y fija el umbral de renta para acogerse a estas medidas en 3 veces el IPREM, que sean familias numerosas, familias con menores de tres años, incapacitados o dependientes, deudores en paro y sin prestación por desempleo o en supuestos de violencia de género.
"Vamos a poner a la gente a competir para ver quién está más enfermo y quién es más desgraciado para ver si entras o no en este decreto. No tiene sentido", ha aseverado Colau en declaraciones a la Cadena Ser.
Dicho esto, ha recordado que "todas las voces que se han escuchado desde el mundo judicial también lo han dicho así" y ha concretado que en ese ámbito se ha advertido de que "esto no va a cambiar la realidad de los juzgados la semana que viene ni las deudas de los afectados".
"Para nosotros toda la gente afectada es vulnerable, en la medida en que nadie deja de pagar su vivienda por voluntad propia sino que, en prácticamente todos los casos, estamos hablando de una situación de necesidad provocada por una crisis y por un 26% de paro", ha argumentado.
En su opinión, "todas las personas que, en el caso de vivienda habitual, dejan de pagar por causas ajenas a su voluntad deberían poderse acoger a una moratoria de estos desahucios". Así, ha criticado que "ahora mismo lo que se ha hecho es insistir en la misma línea del código de buenas prácticas, que ya se ha reconocido que ha sido un fracaso absoluto". "Prácticamente viene a ser la continuidad de ese código", ha insistido.
"El código de buenas prácticas era un código al que sólo se podía acoger la gente en riesgo de exclusión social y, al final, han sido pocas decenas o pocos centenares de personas los que lo han podido utilizar. Insistir en esa formula yo creo que es una falta de respeto a la ciudadanía y, en particular, a la gente afectada", ha concluido.
(De “El Mundo”, 16/11/2012)
Mucho se ha escrito sobre la injusticia que entrañan muchas de las ejecuciones hipotecarias que se vienen realizando por los Tribunales españoles, como consecuencia del enorme incremento de impagos e incumplimientos de los créditos hipotecarios concedidos para la adquisición de viviendas en tiempos bastante recientes.
Es bien cierto que la banca se lanzó de forma imprudente a conceder créditos con garantía hipotecaria, tratando más de hacer un negocio puntual y coyuntural que de desarrollar una política social de acceso a la vivienda.
Es también muy cierto que hubo muchas personas que accedieron a esas financiaciones de forma imprudente, cuando carecían de medios estables para afrontar las responsabilidades que contraían.
Pero también es una gran verdad que bastantes de las gentes que se comprometieron mediante garantía hipotecaria para la adquisición de su hogar se han visto frustradas por el desastre económico que viene asolando nuestro país y otras naciones europeas, hasta el punto de que han perdido su trabajo, han consumido el subsidio de desempleo y han llegado a agotar la ayuda de supervivencia, mínima, que se concede a los “casos terminales”.
Ha surgido por ello la controversia, bien alimentada por los medios de comunicación y redes sociales, de si hay que buscar fórmulas que eviten el lanzamiento o desposesión de las viviendas que fueron subastadas por incumplimiento en los pagos de las responsabilidades hipotecarias, ya que en bastantes casos, al interés de la entidad acreedora (como buena S.A., es “sin alma”) se opone una dramática situación económica y de supervivencia de quien no pagó porque no pudo.
Entran así en colisión la exigencia de seguridad jurídica respecto de las hipotecas (decíase, cuando estudiábamos la carrera de Derecho, que la hipoteca era la institución proviniente del Derecho Romano, que más seguridad de cumplimiento o resarcimiento ofrecía), que son el contrato de garantía por excelencia y la exigencia de protección social a los menos poderosos.
En ese trance, los políticos, que son quienes casi siempre legislan a golpe de conveniencia, se han dejado llevar por los impactos sociales de algunas gentes que, en su desesperación por la pérdida de su vivienda, han puesto fin a sus vidas, y casi no han reparado en que en un estado de Derecho, hay que velar por los intereses de toda la ciudadanía, controlando la correcta marcha de la economía.
Así, después de prometer no se sabe cuántas cosas y remedios para ayudar a los perjudicados por las ejecuciones hipotecarias, se han hallado los partidos hegemónicos en España con que la legislación civil e hipotecaria no puede reformarse así como así, so pena de volver a un estado totalitario y de falso socialismo, en el que quebrara la confianza en las instituciones financieras, y estas mismas “huyeran” de inyectar dinero y liquidez a la vida económica.
Aunque, por otra parte, había que dar un golpe de timón y mostrar sensibilidad y protección hacia esas clases en peligro de quedarse sin hogar.
De esta guisa se ha “parido”, deprisa y corriendo, tarde y mal, ese Real Decreto-Ley, que parece redactado más desde un gabinete en la luna que desde unos expertos jurídicos y sociales, ya que apenas si contiene protección para quienes sufren las penurias de su asfixia económica y los agobios de su inmediato lanzamiento.
Y además de que el partido socialista dijo apuntarse a consensuar el decreto y, como es habitual en él, no ha sido “ni frío ni caliente” y se ha desmarcado de forma tibia e inadmisible, el partido en el gobierno se ha encontrado con que su voluntad era buena, pero sus posibilidades eran exiguas, salvo que se acometiera una reforma muy estudiada de la normativa hipotecaria y bancaria y se estableciera una auténtica política social de auxilio a los más necesitados, que es impensable hoy, cuando las instituciones oficiales están “con el agua al cuello”, reduciendo todo lo reducible y más, y debiendo dinero por doquier, hasta el punto de que inclusive algunos proveedores, como las farmacias, han debido llegar al cierre, por falta de cobro de los medicamentos que han suministrado.
Ésta es le realidad, y de ella debemos hacernos eco, porque como juristas defendemos la seguridad jurídica que emana de nuestro Código Civil y legislación complementaria; pero también como juristas (recuérdese, "non queremos semeiar boceros, mas queremos semeiar omes que fazen derecho") hemos de ser sensibles a la realidad social, que es en definitiva el bien común a proteger desde la Justicia.
¿Por qué en vez de decirse que se reducen gastos sin hacerlo realmente no se lleva a cabo un a auténtica política de austeridad, y con su ahorro se efectúa una dotación económica adecuada para subvenir, por vía de ayudas y beneficencia, las necesidades de vivienda?
¿Por qué no se tiene la valentía de establecer unos sistemas previos de arbitraje y conciliación –obligatorios, claro está— para discernir en cada caso de ejecución hipotecaria, si ésta es oportuna o procedente en función de la situación social y familiar del deudor, y así establecer moratorias u otros sistemas paliativos?
¿Por qué sigue sin diseñarse una auténtica política de alquileres accesibles, como la que prima en muchísimos países extranjeros?
Muchas más fórmulas serían viables, pero para ello hace falta auténtica voluntad y no ese sempiterno mirar de reojo las encuestas electorales, para que las tendencias de voto primen casi siempre sobre los deseables objetivos del bien común.
“Más ruido que nueces”, sí, como ya expresó en frase antológica el inigualable Shakespeare.
Y “más palabras que hechos”, añadimos por nuestra parte. 
Pues en definitiva, ya dice el refrán que "la avaricia rompe el saco", y eso va a ocurrir.
¡Ojalá los vientos de la Justicia comiencen a soplar inspiración a los legisladores y a los gobernantes y las casas que hoy son prácticamente de los bancos se conviertan en hogares felices! !Y sin deudas inasumibles!

“Se piensa que lo justo es lo igual, y así es; pero no para todos, sino para los iguales. Se piensa por el contrario que lo justo es lo desigual, y así es, pero no para todos, sino para los desiguales.”. Aristóteles (384 AC-322 AC) Filósofo griego. 

EL COLECTIVO DE JURISTAS DEL CENTRO EUROPEO PRO ASESORAMIENTO Y NEGOCIOS, SCP (CEAN, SCP)